miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA VIOLENCIA


La Violencia.


¿Qué es la Violencia?

Según la Real Academia Española, Violencia  es, Cualidad de violento., también es acción de utilizar la fuerza y la intimidación para conseguir algo, o, acción y resultado de violentarse, y por ultimo tiene como símil la palabra Coacción.

¿Cuántos tipos de violencia hay?

La Violencia tiene varias maneras de ser manifestadas, por ejemplo:
Violencia Domestica. La Violencia Psicológica y Física con el cónyuge, el maltrato infantil y el abuso de los niños.
La Violencia Cotidiana. Es la que se sufre diariamente y se caracteriza básicamente por el no respeto de las reglas, no respeto de una cola, maltrato en el transporte publico, la larga espera para ser atendido en los hospitales, cuando nos mostramos indiferentes al sufrimiento  humano, los problemas de seguridad ciudadana y accidentes. Todos aportamos y vamos siendo parte de una lucha cuyo escenario se convierte en una selva urbana.
Violencia Política. Es aquella que surge de los grupos organizados ya sea que estén en el poder o no. El estilo tradicional del ejercicio político, la indiferencia del ciudadano común ante los acontecimientos del país, la no participación en las decisiones, así como la existencia de las llamadas coimas como manejo de algunas instituciones y las practicas de nepotismo institucional. También la violencia producida por la respuesta de los grupos alzados en armas.
Violencia Socio-Económica. Que es reflejada en situaciones de pobreza y marginalidad de grandes grupos de la población, desempleo, subempleo, informalidad, todo esto básicamente reflejado en la falta o desigualdad de oportunidad de acceso a la educaron y la salud.
Violencia Cultural. La existencia de un Perú oficial y un Perú profundo (comunidades nativas y campesinas). Son distorsiones de los valores de identidad nacional y facilitan estilos de vida poco saludables.
Violencia Delincuencial. Robo, estafa, narcotráfico, es decir, conductas que asumen medios ilegítimos para alcanzar bienes materiales.
Este comportamiento, tiene consecuencias físicas y psicológicas, las físicas las tenemos en claro, pasa desde un pequeño empujón hasta el homicidio.
Sin embargo son las consecuencias psicológicas las que no están muy claras y esto pasa por la poca importancia que se le da a una consecuencia psicológica producto de la violencia empleada.

Consecuencias Psicológicas de la Violencia.

Son dos las más resaltantes consecuencias psicológicas de la violencia:
a) El Suicidio. En el caso de las personas ya sean mujeres niños u hombres, que han sido golpeadas o violentados sexualmente, el agotamiento emocional y físico puede conducir al Suicidio. Estas muertes son un testimonio dramático de la escasez de opciones de que dispone el agraviado para escapar de las relaciones violentas.
b) Problemas de Salud Mental. Las investigaciones indican que las personas maltratadas experimentan enorme sufrimiento psicológico debido a la violencia. Muchas están gravemente deprimidas o ansiosas, mientras otras muestran síntomas de trastorno de estrés postraumático. Es posible que estén fatigadas en forma crónica, pero no pueden conciliar el sueño, suelen tener pesadillas o trastornos de los hábitos alimenticios, recurren al alcohol y a las drogas para disfrazar su dolor, o aislarse y retraerse, sin darse cuenta, parece que se están metiendo en otro problema, aunque menos grave pero dañino igualmente.
La violencia ejercida contra una persona, independientemente de su genero ya sea Mujer, niño, hombre, causa daños psicológicos. Un episodio de agresión sexual, puede ser suficiente para crear efectos negativos duraderos y devastadores, especialmente si la niña (o) victima no recibe posteriormente apoyo adecuado. Al igual que la violencia contra los integrantes de la familia dentro del mismo seno y causado por los propios integrantes, el maltrato suele durar muchos años y sus efectos debilitantes pueden hacerse sentir en la vida adulta. Por ejemplo, la perdida de la autoestima en la persona que fue agraviada en la niñez puede traducirse en un mínimo de esfuerzo para evitar situaciones en que su salud o seguridad este en peligro.
Ser victima de cualquier tipo de violencia es una experiencia traumática y sus consecuencias pueden prolongarse por mucho tiempo. Las victimas que han sufrido cualquier tipo de violencia describen los siguientes sentimientos:
Temor
Culpa
Desvalorización.
Odio.
Vergüenza
Depresión
Asco
Desconfianza
Aislamiento
Marginalidad
Ansiedad
Se sienten diferentes a los demás.


Waldhemar  


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domingo, 16 de diciembre de 2012

LA CORRUPCION

LA CORRUPCION

VISTA DESDE UN PUNTO PSICOLOGICO


La corrupción podría definirse como una manipulación o transgresión encubierta de las normas que rigen una organización racional, con vistas a lograr un beneficio privado. Todo el mundo cree entender y entenderse cuando se habla de corrupción, pero tras el consenso existen graves malentendidos porque una de las características de la corrupción es su opacidad, su cuidado de las apariencias, su "discreto encanto". En los casos de corrupción no todo es lo que parece, ni todo lo que parece es. Veamos algunos de los que, en mi opinión, son errores típicos a la hora de abordar el problema de la corrupción.
Un primer error consiste en dejarse llevar excesivamente por la metáfora: algo que está muerto, habiendo estado vivo, se pudre, se corrompe. En este sentido, la corrupción se entiende como un grave deterioro del organismo social y es fácil caer en la ilusión de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". En realidad, ninguna burocracia, pública o privada, ha conseguido jamás un grado absoluto de control sobre sus administrados. En términos optimistas eso significa que el hombre puede preservar un poco de libertad en cualquier organización. En términos pesimistas, significa que siempre ha habido y habrá cierto margen para los abusos o, al menos, las conductas dudosas. ¿Son los tiempos actuales más "corruptos" que los pasados? Es difícil saberlo porque la corrupción no es, por razones obvias, fácilmente cuantificable ni es necesariamente su "volumen" lo que la delata, sino factores cualitativos tales como conflictos entre élites, grado de libertad de expresión en una sociedad, etc.
La corrupción no surge tras la muerte de nada ni de nadie, es un mal endémico de toda sociedad cuyos valores consideren más importante el bien público que el privado en ciertos contextos. La esfera del bien público siempre está en tensión con la esfera del bien individual porque la lógica racional de máximo provecho individual no coincide con la lógica racional de máximo provecho colectivo. En términos amorales, que los demás respeten normas tales como pagar impuestos, no utilizar el dinero público con fines personales, ser objetivos en los criterios de selección, no aprovechar cierta información privilegiada etc., es particularmente provechoso si nosotros no las respetamos. Si nadie pagara o tratara de ser objetivo no habría nada de lo que aprovecharse; así que la tentación de obligar a los demás a cumplir la norma, en provecho de nuestra transgresión personal es muy grande. Por ello la corrupción es compañera de viaje (indeseada, por supuesto) de todos aquellos proyectos que, paradójicamente, consideran el logro del bien común como un valor irrenunciable.
Un segundo error, relacionado con el primero, es suponer que un régimen está "muerto" porque existe corrupción, y que precisa un "cirujano de hierro" que lo cure o "una revolución" que lo entierre. Con tales soluciones se sale de un terrible mal para caer en algo peor: el terror, una forma de control social basada en la brutalidad. La corrupción es mala porque, parafraseando al juez Falcone, convierte en favores los derechos del ciudadano, pero el terror es peor porque convierte en favor el mero hecho de seguir viviendo. Una sociedad sufre extraordinariamente la corrupción, pero la situación es peor si sufre un régimen de terror, y aun mas terrible si se da la conjunción entre un extremo terror y una extrema corrupción. En ese último caso, por desgracia común en muchos lugares, corrupción y brutalidad se confunden y se traducen en un estado general de postración social. Muchos atropellos que, a veces, se entienden como formas extremas de corrupción deberían en realidad considerarse como mera brutalidad: cuando un tirano expolia su país, el termino "corrupción " alude a algo demasiado "civilizado"; es más acertado explicar lo que ocurre como un ejercicio de fuerza bruta.
El contraste entre corrupción y brutalidad es muy importante para el psicólogo social y me ayudará a explicar un tercer error muy típico con respecto a la corrupción. Este tercer error consiste en suponer que la corrupción es el resultado de grupos o individuos cuyas características personales son especialmente dañinas. En la "mente popular", la metáfora de la "manzana podrida" viene aquí en ayuda de la metáfora de la corrupción.
Sin embargo, los psicólogos sociales sabemos que las características personales pueden facilitar ciertos hechos sociales pero no suelen ser determinantes. Psicólogos sociales como Farrington han demostrado, hace ya tiempo, lo que dice el refrán: todos tenemos un precio. Otros psicólogos sociales han demostrado incluso que ese precio puede ser notablemente bajo: podemos estar dispuestos a hacer atrocidades (por ej. Milgram), graves atropellos administrativos (por ej. Meeus y Raaijmakers) o incluso delitos (por ej. West, Gunn y Chernicky) gratis.
Supuesto que hay siempre personas "dispuestas" a corromperse, lo que determina la mayor incidencia de este tipo de problemas es, desde la lógica psicosocial, el tipo de situación en el que se ven inmersos los individuos. Aquí es donde la alusión a la brutalidad viene a cuento. Ervin Staub ha mostrado que las raíces del terror, en su acepción más amplia, no provienen de las características de los verdugos -siempre habrá individuos dispuestos a ser verdugos- sino de la actitud de los espectadores pasivos: si la gente, los "ciudadanos respetables" consienten, con mayor o menor simpatía, "pequeñas" agresiones (ej. agresiones entre adolescentes, agresiones simbólicas etc.) están empujando, por omisión, a los violentos hacia formas más graves de agresión, en una infernal espiral que Staub denomina "el continuo de destrucción".
Desde mi punto de vista, el mismo proceso puede aplicarse a la corrupción: si una sociedad consiente, por omisión, "pequeñas transgresiones" en su relaciones con las burocracias, está alentando el paso de la corruptela a la corrupción, en un continuo de corrupción cuyos efectos no son trágicos a corto plazo pero acaban por imponer su terrible ley. Ya sé que postular este tipo de continuos es muy impopular porque parece estar disculpando a unos pocos por el procedimiento de repartir sambenitos para todos. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que para el psicólogo social no hay culpables ni individuales ni colectivos (de señalar a los primeros ya viven jurados, jueces y fiscales; de señalar a los segundos algunos peligrosos visionarios y sus seguidores). Para un psicólogo social sólo hay circunstancias colectivas que dan lugar a hechos terribles. ¿Fueron "culpables" ciertos alemanes de ciertas atrocidades? Sin duda. ¿Favoreció la sociedad alemana de la época, por razones circunstanciales, las actividades de los anteriores? También es cierto. ¿Son "culpables" ciertos españoles de ciertos atropellos etiquetados como "corrupción"? Es más que probable. ¿Favorece la sociedad española la comisión de dichos atropellos? Es razonable pensar que sí.
De manera que, volviendo al enunciado del tercer error, adviértase que siempre hay manzanas podridas o, mejor, que cualquier manzana puede pudrirse por su propia naturaleza. Hay que "retirar" las manzanas podridas pero si no cambiamos la situación, la cesta, no adelantamos gran cosa tirando las manzanas podridas. Se pudrirán otras. Y, apurando la metáfora, notese que las "cestas" están hechas de mimbres muy finos, de situaciones cotidianas, del día a día en la interacción: ni caen del cielo ni surgen del infierno.
Y eso nos lleva a un cuarto y típico error en el que se incurre con frecuencia no sólo en el tema de la corrupción sino también con respecto a otras muchas transgresiones. ¿Qué tal si tiramos la manzana podrida a la hoguera para público escarmiento? ¿Podemos, como apuntan las medidas políticas más populares, evitar la corrupción (o el tráfico de drogas, o muchas otras cosas) incrementando las penas y los controles más o menos policiales? En el muy manido caso de la prohibición de drogas, psicólogos sociales como McCoun han señalado hasta qué punto la lógica de disuasión es insuficiente o incluso contraproducente: endurecer la ley no afecta a las condiciones en las que la transgresión se produce sino a sus consecuencias. Pero las personas no tienen un conocimiento objetivo sino una percepción subjetiva de las consecuencias de su conducta, y esa percepción depende probablemente más de su entorno social inmediato que del mayor o menor rigor de las sanciones.
Para el hombre de la calle la ignorancia de la ley sí exime de su cumplimiento. Este malentendido entre el legislador y el ciudadano complica la aplicación de sanciones ya que, a sanciones más graves, procedimientos de sanción más largos, costosos y, a la larga inviables porque existe una mayor resistencia por todas las partes (perseguidores y perseguidos) a aplicarlas. No es lo mismo, para un juez, imponer una multa que, pongamos por caso, mandar a la cárcel a un padre de familia. Y eso son las buenas noticias. Las malas es que la exasperación que produce la lentitud de los procesos sancionadores genera más corrupción o algo todavía peor: la tentación, entre las víctimas, de recurrir a la fuerza bruta sin garantías de objetividad ni racionalidad.
Por razones de espacio no puedo adentrarme más en esta galería de espejos pero tómense una copa y vean una de esas películas en las que el "bueno" acaba por tomarse la justicia por su mano, ante la inoperancia de la policía: lo que los amantes de tales personajes no comprenden es que la inoperancia que critican se deriva, paradójicamente, de una excesiva exigencia de que los mecanismos de control social descansen exclusivamente en procedimientos policiales, lo que paraliza la propia actuación de la policía y crea una notable dejación de responsabilidades en la sociedad en general.
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sábado, 1 de diciembre de 2012

CON RESPECTO A LA DEPRESION.....

Depresión

En los últimos años ha aumentado el interés sobre las alteraciones psicológicas, en específico sobre la depresión, desde la manera correcta de definirla y diagnosticarla (Álvarez, Guajardo & Messen, 1986; Arieti & Bemporad, 1993), su prevalencia en la población infantil (Polaino, Mediano & Martínez, 1997; Vinaccia, 2006), su etiología (Benkert, 1981), y su relación de ésta con diversas variables (Barrio, Frías & Mestre, 1997; Cabrera, Urrutia, Vera, Alvarado & Vera-Villarroel, 2005; Nava & Vega, 2008; Vega, Martínez, Nava & Soria, 2010). Sin embargo, es importante señalar que la depresión no se presenta en aislado sino que diversas variables se encuentran en directa relación con esta.
Barrio, Frías y Mestre (1997) realizaron un estudio que tuvo por objetivo identificar si la sintomatología depresiva se encuentra asociada con los sentimientos de baja autoestima en una población infantil. Los resultados reportan que existe una correlación negativa entre la depresión y los sentimientos de autoestima, superioridad y popularidad. También se encontró una correlación positiva entre la depresión y los síntomas de ansiedad y aislamiento.
Nava y Vega (2008) llevaron a cabo un estudio con adolescentes que vivieran con sus familias y adolescentes que no vivieran con ellas, evaluaron las variables de red y de alteración psicológica (depresión) con la finalidad de probar el valor relativo de las propiedades dinámicas de la red para describir y predecir alteración emocional. Los resultados de estos estudios mostraron que los adolescentes recluidos muestran más depresión que los adolescentes que viven con sus familias, y estos últimos obtuvieron puntajes más altos en el índice de las relaciones familiares y en la calidad de red social. Asimismo, se identificaron relaciones significativas entre la calidad de red familiar y la depresión, calidad de red de amigos y familiares en los adolescentes recluidos, mientras que en los otros adolescentes, la calidad de red familiar se correlacionó con la depresión y con los subgrupos de red.     Lo anterior indica que cuando algún componente de la red social se ve alterado, por alguna circunstancia, tienden a presentarse problemas de variación psicológica como la depresión y tiene impacto en las medidas de red social.    Posteriormente, el estudio de Vega,  Martínez, Nava y Soria, (2010) tuvo como objetivo dar respuesta a las preguntas surgidas del estudio de Nava y Vega (2008) ¿será posible encontrar depresión aun cuando no haya ausencia de la familia de origen? ¿Qué variables pueden explicar tal fenómeno, en caso de encontrar diferencias? Por lo tanto, los participantes fueron adolescentes de secundaria que vivieran con sus familias y que no mostraran ninguna alteración psicológica aparente y evaluando las variables de apoyo social, estrés y calidad de red. Los resultados demuestran que en nivel de calidad de red social familiar y de amistades es significativo para determinar la depresión. En el caso de la segunda pregunta sobre qué variables podrían explicar el fenómeno de la depresión, no se encontraron relaciones entre el estrés, el apoyo social y la depresión.
Las enfermedades físicas provocan estados emocionales que generan malestar psicológico, tales como la depresión. Cabrera, Urrutia, Vera, Alvarado y Vera-Villarroel (2005) se dieron a la tarea de evaluar los síntomas depresivos y ansiosos en niños con cáncer en diferentes fases del tratamiento de la enfermedad y si existían diferencias dependiendo de la edad y el sexo. Los resultados muestran que no existen diferencias dependiendo de la edad ni el sexo. Al analizar las variables se encontró que los niños que padecían por más tiempo la enfermedad manifestaban menos ansiedad que los niños con menos tiempo con la enfermedad, en contraste con la depresión que va aumentando, ya que existe la idea de que esta enfermedad genera consecuencias aversivas para la persona, a lo que se suma su asociación a un pronóstico desfavorable.
La depresión se encuentra relacionada con ciertas conductas, Barrio, Moreno y López (2001), quienes analizaron la relación entre la depresión, la agresividad y la inestabilidad emocional en niños de entre 7 y 10 años. Encontraron que existe una alta correlación entre la agresión y la depresión, mientras que la relación con la inestabilidad emocional está mediatizada por la edad y el sexo. De manera más particular, los varones obtienen puntuaciones mayores que las mujeres en conductas agresivas, y éstas  se correlacionan positivamente con la edad. Respecto a la inestabilidad emocional, no se encontraron diferencias en cuanto a género, pero sí a la edad, siendo los preadolescentes quienes muestran una mayor inestabilidad emocional.
Como ya se ha descrito, la depresión tiene efectos sobre la salud mental y física; Gómez (2001) nos muestra que la depresión tiene repercusiones en el ámbito académico. Analizó la relación entre funciones cognitivas, rendimiento académico y depresión en niños de entre 10 y 11 años, encontrando que los niños con depresión obtuvieron peores puntuaciones en fluidez verbal, concepción espacial, lo cual afecta su rendimiento académico. Este autor remarca la importancia de incluir en los centros de educación equipos capacitados para el diagnóstico y el tratamiento de aquellas variables, como la depresión, que pueden afectar, temporal o permanentemente, al proceso de aprendizaje.

Discusión

En los estudios expuestos se analizaron las relaciones entres estrés, estrategias de afrontamiento y depresión, como una de las alteraciones psicológicas, con factores como sexo, edad, nivel socioeconómico, entre otros. Asimismo, algunos instrumentos que se reportan sobre la medición de estrés y estrategias de afrontamiento.
En el presente trabajo realizamos una breve revisión sobre la investigación con niños, estrés, estrategias de afrontamiento y depresión, de manera conjunta; sin embargo, al realizar la revisión bibliográfica, la búsqueda no arrojó ningún estudio en el que se encontraran estas variables de forma simultánea; por lo tanto, se presentaron trabajos publicados sobre los temas de forma individual.
Los estudios respecto a estrés concuerdan en dos grandes aspectos:
1. Cualquier evento valorado como amenazante o desafiante producirá estrés.
2. El ritmo de vida y no solo el propio determina la prevalencia de estrés, sino que también las experiencias previas y las personas con las que se encuentra relacionada la persona son factores importantes que se deben tener en cuenta al estudiar el estrés y no considerarlo solo como un evento estresante aislado que el sujeto valora como amenazante o desafiante.
Sobre la variable de las estrategias de afrontamiento Fraguela, Luengo, Romero, Villar y Sobral (2006) y Figueroa, Contini, Letina, Levin y Estévez, (2005) concuerdan en que existen diferencias entre la edad y el tipo de estrategia de afrontamiento que utilizan los adolescentes, sin embargo, Gonzáles, Montoya, Casullo y Bernabéu (2002) concluye que no hay diferencias. Es necesario que se analicen estas diferencias pero examinando diferentes grupos de edades, pues estos tres grupos de autores se enfocaron únicamente a adolescentes y a adultos sin tomar en cuenta estudios previos para dicha conclusión. Sin embargo, cabe aclarar que los tres grupos de autores concuerdan en que hay diferencia entre el tipo de estrategias de afrontamiento utilizadas por mujeres y hombres, y siendo las de evitación las más recurrentes, tanto en adultos como en adolescentes. Ahora bien, las razones por las cuales los participantes utilizan diferentes tipos de estrategias de afrontamiento aún son desconocidas. Asimismo, los estudios con niños son escasos.
Finalmente, respecto a la depresión podemos observar que no es un fenómeno psicológico particular de cierto grupo de personas sino que se encuentra en los niños, los adolescentes, los adultos y los ancianos. En diversos estudios se ha identificado qué variables se encuentran correlacionadas con la depresión, sin embargo, aún no se ha logrado identificar si alguna de estas variables determinan o explican la aparición de la depresión, con excepción de los estudios de Nava y Vega (2008) y Vega y cols (2010), se apunta a que la calidad de la red social sea un factor que posibilite la presencia de la depresión cuando ésta no es buena.
Desde el modelo de Lazarus y Folkam se pueden encontrar, en diferentes bases de datos, una cantidad de artículos publicados en los que se incluyen variables como el estrés y estrategias de afrontamiento, con adolescentes y adultos, propuestas de instrumentos para evaluar lo anterior, intervención para el manejo del estrés o bien para adquirir los recursos para afrontar los problemas que la persona considera desafiantes, amenazantes o de pérdida; no obstante, el trabajo en las directrices anteriores con infantes es escaso.
Se requiere probar el modelo realizando una investigación conjunta de la relación entre las variables de carácter importante que se establecen en éste, estrés-emociones-afrontamiento-manejo, en los niños, los adolescentes y los adultos. Dos propuestas de trabajo en este sentido están en vías de publicación: la primera es la presentación de un instrumento que permite evaluar las 15 emociones que propone Lazarus (2000) y la segunda, es la caracterización de las emociones, estrés y afrontamiento con adolescentes.
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lunes, 29 de octubre de 2012

Personalidad Agresiva.

Muchas veces uno conoce a personas que cumplen con los requerimientos que uno tiene como candidatos a probables parejas, estos (tanto hombres como mujeres) se muestran amables, encantadores, y hacen muestras de sus mas grandes atributos. La persona violenta muchas veces esta oculta tras un rostro afable. Hay actitudes que deben hacernos sospechar, como por ejemplo el referirse de forma despectiva a tu manera de vestir, o las muestras de mal carácter, entre otras. El terreno resbaladizo entre la actitud AGRESIVA de la persona de la que conviene escapar y el comportamiento que podría estar dentro de lo que se califica como “normal”, no es fácil de delimitar. Sin embargo hay ciertas características, que por recurrentes debería llamarnos la atención.

1. Los celos
En el caso de Verónica, una estudiante de 24 años, supo como detectar a un hombre violento muy pronto.
“A las pocas semanas de salir juntos, él buscaba excusas para no apuntarse a mis planes con mis amigos y para evitar que yo saliera con ellos. Me sentía algo aprisionada pero pensaba que, al principio, todas las relaciones de pareja son así de absorbentes: sólo quieres estar con la otra persona, ¿verdad?”. Sin embargo, al cabo de los meses la situación no cambió sino que empeoró.
“Teníamos discusiones por su forma de reaccionar, con celos y sospechas, y yo me veía obligada a imponerme para poder seguir haciendo mi vida. Él decía que yo no le quería lo suficiente y que por eso tenía que ver a otras personas o que sus celos se debían a que me quería demasiado”.

La psicóloga María Victoria Martín señala que los intentos de controlar y aislar a la otra persona indican inseguridad, no amor. “Para sentirse mejor, ese hombre necesita tener a su pareja bajo control y pretende sentirse dueño de ella”, dice la experta. Y ese control se manifiesta a través de diferentes mecanismos: uno de ellos son los celos.
Si la situación se agrava y llega a convertirse en maltrato psicológico, el objetivo del agresor suele ser confinar a su pareja en un mundo reducido, impidiendo que se relacione con los demás de diversas maneras, esto es, prohibiéndole que vea a sus amigos, a su familia e incluso que acuda a su trabajo o cumpla con sus estudios.
Y esto se logra de diferentes formas; hay quien somete a la otra persona recurriendo a las lamentaciones –“no me quieres lo suficiente”–, con comentarios denigrantes –“no entiendo qué les ves a los idiotas de tus amigos”–, con amenazas verbales o, en los casos extremos, llegando incluso a utilizar la fuerza física.
Las señales para detectar a un hombre violento son claras: los celosos interrogan a terceras personas sobre sus parejas y acusan a éstas de coquetear o de pasar demasiado tiempo con otra gente. Suelen llamar frecuentemente por teléfono durante el día y pueden tener un comportamiento irracional, revisando los objetos personales de su pareja y acusándola de infidelidad y engaño ante la menor sospecha.

2. Controlándolo todo
La actitud controladora está directamente relacionada con los celos. Generalmente, el celoso también quiere saber dónde has estado, con quién y de qué habéis hablado. El punto perverso de esta actitud es que quien la ejerce se convence a sí mismo y trata de convencer a su pareja de que lo hace por su bien, para ayudarla en la vida y en la toma de decisiones.

Los expertos no están seguros de que la intención del controlador sea tan buena como él dice. Al fin y al cabo no confía lo suficiente en su pareja, y la considera una “menor” que puede hacerse daño y dañarlo a él también, por lo tanto, una menor peligrosa.

3. Grandes expectativas e hipersensibilidad
Los especialistas señalan que el hombre agresivo depende de su pareja para todo y espera que ella cumpla con sus “deberes”. Es decir, que sea buena amante, buena amiga, ama de casa eficaz… Maneja los estereotipos de género y considera que las tareas de la mujer son unas muy específicas y, de manera sutil o explícita, espera que ella esté a su servicio.
Es decir, su sistema de valores es rígido y anticuado. Otra señal del personaje potencialmente agresivo: se ofende con facilidad. “Me di cuenta de que acabé por no contarle casi nada a Manuel para no molestarle –relata Isabel, de 31 años–. Cuando yo le decía que debíamos limpiar la casa, él reaccionaba preguntándome, ‘¡¿quieres decir que soy un dejado?!’ y cosas por el estilo.
Al principio ni siquiera me daba cuenta de que era él quien tenía el problema y llegué a pensar que yo era una plasta. Pero luego me fui fijando y vi que se ofendía en muchas situaciones diferentes, especialmente cuando yo expresaba mis deseos y éstos no se correspondían con los suyos.” Pero aquí también hay truco, porque el hipersensible agresivo se queja de sentirse herido cuando en verdad lo que siente de verdad es rabia.
Suele ser el tipo de persona que se lo toma todo como un ataque personal, quejándose siempre de injusticias cuando, en realidad, se trata de circunstancias normales de la vida, ya sea el tráfico, la burocracia o una petición de que participe en las tareas domésticas.

4. El abuso verbal
¿Quién no ha sido testigo de esa lamentable escena en la que un miembro de la pareja, generalmente el hombre, se burla o critica abiertamente al otro? Y si, por ejemplo, alguien no se corta a la hora de decir en público que su mujer no sabe ni sumar, imaginemos qué le dirá en privado.

De nuevo este tipo de comportamiento, cuyo objetivo principal es humillar, apunta a la inseguridad de quien lo pone en práctica, alguien que, según la psicóloga Mª Victoria Martín, “para sentirse mejor, necesita tener ‘debajo’ a su pareja”.
Pero, ¿dónde reside el límite entre una discusión aceptable, más o menos agresiva, y un enfrentamiento que no debería tolerarse? Por ejemplo, ¿es razonable disculpar los insultos en una discusión justificándolos por el acaloramiento del momento o no deberían tolerarse nunca? La psicóloga afirma que para detectar a un hombre violento un buen indicativo son los insultos: “Si el insulto se produce ocasionalmente, debido al acaloramiento, puede no significar nada. Sin embargo, si cada vez que se produce una discusión se acude a los descalificativos, eso sí es significativo”.

5. La agresividad simbólica
¿Y qué sucede cuándo un miembro de la pareja se enfada y pega portazos o golpea las mesas? “Lo mismo que con los insultos –dice la psicóloga–. Este tipo de actitud significa un alto grado de agresividad y señala a una persona que tiene que exteriorizar su enfado. No le sirven sólo las palabras.”

¡Romper o golpear objetos se usa como castigo, para intimidar a la pareja. Puede suceder que en medio de una discusión uno se levante y se largue de la habitación airadamente y, en el camino, pegue un portazo. Si eso sucede alguna vez no tendría por qué alarmar. Pero la situación es muy distinta cuando el miembro de la pareja enfadado elige un objeto –tal vez tu plato favorito o un marco con tu foto– y lo estrella contra el suelo. La premeditación y recurrencia son factores fundamentales. Además, se sabe que una vez empezado el ciclo de la agresividad, ésta se autoalimenta. Es decir, una vez abierta la veda para los gritos y los puñetazos contra la pared, se va a más, salvo que entre en juego mucha razón y autodisciplina. Y, según la psicóloga: “Es más fácil que una persona con este tipo de comportamiento violento pase a la agresión física en un momento dado”.

Así que, si estás en el estado inicial de una relación –o ya llevas un cierto tiempo- y se suceden uno o más de estos comportamientos, no silencies tu señal interna de alarma , esa que te dice que has detectado a un hombre violento. No te mereces estar con alguien que pretende tenerte sometida y cuyo comportamiento puede derivar en una violencia física sin disimulos.

Waldhemar
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miércoles, 25 de julio de 2012

LA PROXEMICA

LA PROXEMICA

La Proxémica tiene sus orígenes en estudios realizados acerca de la distribución espacial en las interacciones entre animales. En el año 1966 el antropólogo norteamericano Edward T. Hall, publicó el libro “La dimensión desconocida”, punto de partida para los posteriores estudios sobre la proxémica. Hall diseñó un modelo en el cual clasifica cuatro clases de distancias interpersonales, teniendo en cuenta la relación entre los interlocutores, sus personalidades y otros factores.
Tipos de distancias interpersonales
Distancia íntima: 0-60 cm. Reservada a situaciones comunicativas de máxima intimidad.
Distancia personal: 60-120 cm. Destinada al contacto entre amigos y personas conocidas.
Distancia social: 120-300 cm. Es la distancia habitual entre personas que no se conocen, donde no se intercambian cuestiones personales.
Distancia pública: más de 300 cm. A esta distancia la persona tiene que alzar la voz para ser escuchado, por ejemplo, delante de un grupo.

El espacio interpersonal según el sexo

Las mujeres tienden a relacionarse entre ellas en un modo más íntimo que los hombres, los cuales se mantienen más alejados unos de otros. Además las mujeres son más propensas a tocarse entre sí y a mirar más al interlocutor.
En la relación hombre-mujer, la mayor o menor distancia, revela el grado de intimidad; a menor distancia, más intimidad. En algunos casos la distancia reducida puede significar una atracción recíproca.

La edad y los espacios personales

Los niños menores de 5 años mantienen reducidas distancias cuando juegan con sus pares o están con sus padres. En la adolescencia el contacto físico con los padres pierde intensidad y la distancia se hace mayor. Se evidencian las diferencias entre chicos y chicas y se desarrolla el sentido de la privacidad y el pudor.
Adultos y ancianos tienen más necesidad de espacio. Tal es así, que cuando un anciano está internado en un hospital, la primera falta que siente es la de la privacidad, asimilada como una fuente importante de estrés.

La distancia interpersonal en la escuela

Los estudios han demostrado que las distintas distancias pueden incidir en el aprendizaje escolar. En un aula, ocupar los primeros lugares que implican una menor distancia con el maestro o el profesor, lleva a los estudiantes no solo a dedicar mayor atención a las lecciones, sino a interaccionar más frecuentemente con el maestro. Con esto se alcanza una mayor autoestima, más satisfacción en la escuela y obtención de mejores notas.

En el ascensor, invasión del espacio personal

Es aquí donde las personas sienten una verdadera invasión de la privacidad, lo que hace poner en práctica distintas estrategias como mirar el piso, observar los botones que indican los números de los pisos o refugiarse en el celular, que imprevistamente se transforma en un objeto de asombro.

El espacio interpersonal cambia según la cultura de un país

Los ingleses mantienen la cultura del “no contacto” y para ellos la distancia media entre personas es de 2 metros. El extremo opuesto es el pueblo árabe, en donde el es casi inexistente.
En muchas sociedades modernas multiétnicas se observa un curioso fenómeno: los inmigrantes tienden a relacionarse con los de la misma comunidad a una menor distancia que la media en los países de origen.
Es evidente que existen diferentes normas para cada cultura, las distancias varían con las situaciones y transmiten información sobre la relación social entre los interlocutores.


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domingo, 18 de marzo de 2012

LA PÉRDIDA DEL NEONATO

LA PÉRDIDA DEL NEONATO

IMPLICANCIAS PSICOLOGICAS EN LA MADRE


La pérdida del bebe en cualquiera de estos tres estados; estando a punto de nacer, durante el nacimiento o siendo un recién nacido, produce en los padres y mucho más en la madre, un luto que es tan igual como el luto que se vive por la pérdida de un hijo. Los sentimientos y las emociones que visitan a la madre en cualquiera de estas circunstancias, son tan extremadamente vividos y complicados, que motivan necesariamente la intervención de los profesionales de la salud mental.
La madre que lastimosamente le toca vivir esta experiencia, DEBE, ser tratada íntegramente  en lo concerniente a su salud mental, el pasar tan rápidamente y en pocos minutos de un estado de alegría plena por la llegada del neonato, a una profunda tristeza por la muerte del mismo, es un momento el cual tiene que ser muy bien llevado y tratado por el Psicólogo.
Las implicancias psicológicas envueltas en esta experiencia difícil para la madre son de una gama extensa, traumas, stress, depresión, culpa, ira, odio, vergüenza, sentido de vacío, llegando incluso muchas veces a desear su muerte, son unas de las tantas facetas y emociones que la madre padecerá, además de los síntomas físicos, dolores de vientre, dolores de cabeza, desgano, debilidad, entre otros, son los que la invadirán por espacios de tiempo, que no son cortos, y que si no se toman las medidas del caso pueden quedarse en el ser de la afectada por un tiempo extenso.
Una de las cosas que más afecta a la mujer cuando pierde a su bebe antes de nacer (muerte en su vientre), es el sentimiento de culpa que esto genera, cuestionamientos como ¿Qué hice mal? ¿Qué deje de hacer? ¿En que falle? ¿Qué error cometí? ¿Qué deje que hagan en contra de mi bebe? Son algunas de las muchas preguntas que se hace la madre agobiada en su dolor.
Si bien es cierto, que la condición de varón es más practica y más “fuerte”- por llamarla de alguna manera- en estos casos, no es menos cierto que este, también sufra de las constantes preguntas autoinculpandose y automortificandose por tal perdida. Quizás el varón no dé muestras de su dolor, pero también es afectado. Ambos, tanto el padre como la madre sufriente, son participes de la extensa gama de situaciones dolorosas y desgarradoras. El espectáculo es desolador, vida sombría, tristeza prolongada, desanimo constante, discusiones repetidas entre la pareja, preguntas lacerantes que menoscaban la autoestima, son algunas de las características de el panorama post-morten del bebe.
El acompañamiento bien llevado del profesional de la salud mental, es fundamental para la sana recuperación y el restablecimiento total de los padres, siendo la madre la más afectada y con quien se debe trabajar más. Las actitudes de una sana recuperación, se vera de acuerdo al trabajo del Psicólogo y a la voluntad que se le “inyecte” a la madre, Terapias Personales y Terapias de Pareja, así como Test y constantes Entrevistas son lo mas recomendable y básico para el restablecer de la personalidad y conducta socavada por la experiencia vivida.
En cuanto a medicina son recomendables antidepresivos, siempre bajo prescripción médica.

Waldhemar
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domingo, 4 de marzo de 2012

LA CONFUSION DE ROLES

LA CONFUSION DE ROLES
En las relaciones entre componentes de una familia, muchas veces suele suceder la “Confusión de Roles”.
Esto se puede traducir como el “Desorden, la falta de concierto y claridad” para desempeñar el rol exacto que nos toca vivir en un momento determinado de nuestra existencia y que  toda persona tiene como miembro de un sistema o familia. Tenemos muchos ejemplos de abuelos que quieren ser padres, hijos que fungen de jefes de familia, madres que compiten con la esposa del hijo, hijos que les gusta seguir siendo hijos evitando así su normal desarrollo hacia la madurez, etc. etc. Pero de todos estos tipos de “confusión de roles” uno  de los que más afectan al entorno familiar es cuando, los abuelos se niegan a aceptar su rol de abuelos y quieren ser padres de los nietos. Esta conducta que se da en nuestra sociedad latina, tiene como resultado la mayoría de las veces la destrucción de las relaciones padres – hijos, lo que ocasiona una menor comunicación, erosionando así cada vez mas, la inexistente relación entre estos componentes de la familia.
Los factores que ocasionan esta circunstancia pueden ser tanto de carácter Emocional, vale decir que obedecen a la conmoción afectiva de carácter intenso, como también los de carácter Económico.
Entre las razones de carácter Emocional tenemos:
a.   Haber dedicado su vida al trabajo.      El hecho de haber dedicado la vida entera al trabajo, no habiendo tenido así, tiempo para pasar con los hijos, motiva a que el ser humano al llegar a sus años otoñales, descubre la riqueza que perdió al no tener más tiempo para con su(s) hijos(as).
b.     Problemas de carácter y diferencias con los hijos. Hecho que si es visto a tiempo podría solucionarse, pero si no es tratado a tiempo estas diferencias permanecerán y se acentuaran con el tiempo, además de la consabida idea de las generaciones mayores pensando erróneamente que “el (abuelo) si sabe que es lo que necesitan los niños”.
c.    Buscan una segunda oportunidad para realizar la labor de padres. “La juventud es corta y la vejez larga”. Este dicho se cumple totalmente en estas circunstancias, se sabe de que la gran mayoría de padres (en mayor porcentaje los varones) al llegar a la adultez, lamentan el haber dejado de lado a los hijos en la temprana edad y no haber participado de sus primeras experiencias.  
d.    El vinculo afectivo forjado por las similitudes físicas de los nietos con los abuelos, entre otras. Hay estudios que comprueban que el adulto maduro mayormente “ve” mayor similitud de los rasgos físicos del nieto con los suyos y “descubre” actitudes y gestos que son “idénticas a las suyas”, hecho que no es cierto, sino que resulta de la mayor predisposición que tienen los adultos maduros para observar en mayor cuantía las actitudes y acciones de los nietos.
e.    Sentido de dependencia emocional. En la realidad de nuestra sociedad latina, tanto los hijos como los nietos, demoran en salir del seno materno, cuesta desprenderse de la matriz. Este hecho es compartido tanto por los padres como por los abuelos. El latino, a comparación del americano o el europeo, es mas propenso a mantener en un solo inmueble a la mayor cantidad de personas miembros de la familia, háblese de hijos (as), esposas (os) de los hijos (as), nietos, familiares cercanos del padre o de la madre.
        Entre las de  carácter Económico son:
a.    El hecho de que sus hijos y nietos estén viviendo bajo el mismo techo. La carencia de recursos económicos obliga a muchos matrimonios jóvenes a vivir en la casa de los padres, conviviendo mutuamente con ellos. Esto es benéfico en parte, si se guarda y mantiene el espacio y el tiempo  debido sin llegar a extender la situación, puede ser provechosa, tanto social, moral, económica, entre otras áreas. El problema se da cuando este espacio y tiempo es extendido, normalmente esta relación ira decayendo, por razones propias de la naturaleza humana. La ventaja económica juega a favor de los abuelos quienes se aprovechan de este punto a su favor.  
b.    La ventaja de lo conocido. El haber vivido años en un lugar hace que los jóvenes padres no quieran salir de su “zona de comodidad”, el hacerlo implica una nueva restructuración presupuestal económica, hecho que muchos evitan.
e.    Estabilidad económica, en cuanto a los abuelos. Una estructura económica sólida, o por lo menos, constante. Estos son algunos de los factores mas saltantes en el tema tratado. Hay mas factores que conllevan a este tipo de conducta en los abuelos, los cuales veremos en otro articulo. 


                                                                                                                                    Waldhemar
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