lunes, 29 de octubre de 2012

Personalidad Agresiva.

Muchas veces uno conoce a personas que cumplen con los requerimientos que uno tiene como candidatos a probables parejas, estos (tanto hombres como mujeres) se muestran amables, encantadores, y hacen muestras de sus mas grandes atributos. La persona violenta muchas veces esta oculta tras un rostro afable. Hay actitudes que deben hacernos sospechar, como por ejemplo el referirse de forma despectiva a tu manera de vestir, o las muestras de mal carácter, entre otras. El terreno resbaladizo entre la actitud AGRESIVA de la persona de la que conviene escapar y el comportamiento que podría estar dentro de lo que se califica como “normal”, no es fácil de delimitar. Sin embargo hay ciertas características, que por recurrentes debería llamarnos la atención.

1. Los celos
En el caso de Verónica, una estudiante de 24 años, supo como detectar a un hombre violento muy pronto.
“A las pocas semanas de salir juntos, él buscaba excusas para no apuntarse a mis planes con mis amigos y para evitar que yo saliera con ellos. Me sentía algo aprisionada pero pensaba que, al principio, todas las relaciones de pareja son así de absorbentes: sólo quieres estar con la otra persona, ¿verdad?”. Sin embargo, al cabo de los meses la situación no cambió sino que empeoró.
“Teníamos discusiones por su forma de reaccionar, con celos y sospechas, y yo me veía obligada a imponerme para poder seguir haciendo mi vida. Él decía que yo no le quería lo suficiente y que por eso tenía que ver a otras personas o que sus celos se debían a que me quería demasiado”.

La psicóloga María Victoria Martín señala que los intentos de controlar y aislar a la otra persona indican inseguridad, no amor. “Para sentirse mejor, ese hombre necesita tener a su pareja bajo control y pretende sentirse dueño de ella”, dice la experta. Y ese control se manifiesta a través de diferentes mecanismos: uno de ellos son los celos.
Si la situación se agrava y llega a convertirse en maltrato psicológico, el objetivo del agresor suele ser confinar a su pareja en un mundo reducido, impidiendo que se relacione con los demás de diversas maneras, esto es, prohibiéndole que vea a sus amigos, a su familia e incluso que acuda a su trabajo o cumpla con sus estudios.
Y esto se logra de diferentes formas; hay quien somete a la otra persona recurriendo a las lamentaciones –“no me quieres lo suficiente”–, con comentarios denigrantes –“no entiendo qué les ves a los idiotas de tus amigos”–, con amenazas verbales o, en los casos extremos, llegando incluso a utilizar la fuerza física.
Las señales para detectar a un hombre violento son claras: los celosos interrogan a terceras personas sobre sus parejas y acusan a éstas de coquetear o de pasar demasiado tiempo con otra gente. Suelen llamar frecuentemente por teléfono durante el día y pueden tener un comportamiento irracional, revisando los objetos personales de su pareja y acusándola de infidelidad y engaño ante la menor sospecha.

2. Controlándolo todo
La actitud controladora está directamente relacionada con los celos. Generalmente, el celoso también quiere saber dónde has estado, con quién y de qué habéis hablado. El punto perverso de esta actitud es que quien la ejerce se convence a sí mismo y trata de convencer a su pareja de que lo hace por su bien, para ayudarla en la vida y en la toma de decisiones.

Los expertos no están seguros de que la intención del controlador sea tan buena como él dice. Al fin y al cabo no confía lo suficiente en su pareja, y la considera una “menor” que puede hacerse daño y dañarlo a él también, por lo tanto, una menor peligrosa.

3. Grandes expectativas e hipersensibilidad
Los especialistas señalan que el hombre agresivo depende de su pareja para todo y espera que ella cumpla con sus “deberes”. Es decir, que sea buena amante, buena amiga, ama de casa eficaz… Maneja los estereotipos de género y considera que las tareas de la mujer son unas muy específicas y, de manera sutil o explícita, espera que ella esté a su servicio.
Es decir, su sistema de valores es rígido y anticuado. Otra señal del personaje potencialmente agresivo: se ofende con facilidad. “Me di cuenta de que acabé por no contarle casi nada a Manuel para no molestarle –relata Isabel, de 31 años–. Cuando yo le decía que debíamos limpiar la casa, él reaccionaba preguntándome, ‘¡¿quieres decir que soy un dejado?!’ y cosas por el estilo.
Al principio ni siquiera me daba cuenta de que era él quien tenía el problema y llegué a pensar que yo era una plasta. Pero luego me fui fijando y vi que se ofendía en muchas situaciones diferentes, especialmente cuando yo expresaba mis deseos y éstos no se correspondían con los suyos.” Pero aquí también hay truco, porque el hipersensible agresivo se queja de sentirse herido cuando en verdad lo que siente de verdad es rabia.
Suele ser el tipo de persona que se lo toma todo como un ataque personal, quejándose siempre de injusticias cuando, en realidad, se trata de circunstancias normales de la vida, ya sea el tráfico, la burocracia o una petición de que participe en las tareas domésticas.

4. El abuso verbal
¿Quién no ha sido testigo de esa lamentable escena en la que un miembro de la pareja, generalmente el hombre, se burla o critica abiertamente al otro? Y si, por ejemplo, alguien no se corta a la hora de decir en público que su mujer no sabe ni sumar, imaginemos qué le dirá en privado.

De nuevo este tipo de comportamiento, cuyo objetivo principal es humillar, apunta a la inseguridad de quien lo pone en práctica, alguien que, según la psicóloga Mª Victoria Martín, “para sentirse mejor, necesita tener ‘debajo’ a su pareja”.
Pero, ¿dónde reside el límite entre una discusión aceptable, más o menos agresiva, y un enfrentamiento que no debería tolerarse? Por ejemplo, ¿es razonable disculpar los insultos en una discusión justificándolos por el acaloramiento del momento o no deberían tolerarse nunca? La psicóloga afirma que para detectar a un hombre violento un buen indicativo son los insultos: “Si el insulto se produce ocasionalmente, debido al acaloramiento, puede no significar nada. Sin embargo, si cada vez que se produce una discusión se acude a los descalificativos, eso sí es significativo”.

5. La agresividad simbólica
¿Y qué sucede cuándo un miembro de la pareja se enfada y pega portazos o golpea las mesas? “Lo mismo que con los insultos –dice la psicóloga–. Este tipo de actitud significa un alto grado de agresividad y señala a una persona que tiene que exteriorizar su enfado. No le sirven sólo las palabras.”

¡Romper o golpear objetos se usa como castigo, para intimidar a la pareja. Puede suceder que en medio de una discusión uno se levante y se largue de la habitación airadamente y, en el camino, pegue un portazo. Si eso sucede alguna vez no tendría por qué alarmar. Pero la situación es muy distinta cuando el miembro de la pareja enfadado elige un objeto –tal vez tu plato favorito o un marco con tu foto– y lo estrella contra el suelo. La premeditación y recurrencia son factores fundamentales. Además, se sabe que una vez empezado el ciclo de la agresividad, ésta se autoalimenta. Es decir, una vez abierta la veda para los gritos y los puñetazos contra la pared, se va a más, salvo que entre en juego mucha razón y autodisciplina. Y, según la psicóloga: “Es más fácil que una persona con este tipo de comportamiento violento pase a la agresión física en un momento dado”.

Así que, si estás en el estado inicial de una relación –o ya llevas un cierto tiempo- y se suceden uno o más de estos comportamientos, no silencies tu señal interna de alarma , esa que te dice que has detectado a un hombre violento. No te mereces estar con alguien que pretende tenerte sometida y cuyo comportamiento puede derivar en una violencia física sin disimulos.

Waldhemar
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